Con información del INEGI, el índice oportuno de actividad económica (IOAE) decreció 0.1% mensual durante julio, lo que representa un avance de solo 1.1% anual. La industria presenta un avance nulo en doce meses, mientras que servicios crece un magro 1.6%.
En los últimos seis meses el crecimiento del IOAE es de solo 0.1%, lo que muestra un estancamiento de la actividad económica desde febrero.
La actividad en comercio y servicios se ha frenado, mientras que la industria rebota 1%. En otras palabras, el crecimiento de este año es un tanto inercial y lo logrado en enero. El resto de los meses no aporta nada al crecimiento.
Los últimos datos de actividad son congruentes con la revisión a la baja de las expectativas de crecimiento para este año. El consenso espera un crecimiento de 1.8% para este año, cifra que resulta todavía optimista dada la coyuntura de la economía.
Para el siguiente año las expectativas son de alrededor de 1.6% de crecimiento. Mucho dependerá de cómo evolucionan las exportaciones manufactureras, el gasto público y la inversión privada.
Se da por descontado que la inversión pública se va a contraer respecto al 2024 con el objeto de reducir el déficit público que se ha disparado en el presente año.
Inversiones relacionadas con el nearshoring siguen adelante -aunque en montos limitados por el debilitamiento del estado de derecho y la incertidumbre política en EEUU. Asimismo, hay sectores que mantienen buenas perspectivas por tendencias demográficas cono el sector salud o por la tecnología como los servicios profesionales y el transporte por el comercio electrónico.
Como en pocas ocasiones sería beneficioso la definición de políticas públicas en su sentido más amplio, con un sentido de beneficiar a la población y a las generaciones futuras, dejando a un lado las ataduras ideológicas.
La inversión que no se hace hoy es el crecimiento que no se verá mañana.
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